Desde que en el año 2011 se comenzara con una serie de sanciones a Siria desde la Unión Europea (Reglamento 442/2011) y Estados Unidos (Executive Order 13582) hasta el día de hoy, han transcurrido más de dos años en los que se ha ido evidenciando que una actuación en Siria por parte de Estados Unidos era inevitable.
Mientras esperamos a lo que parece que será cuestión de horas o días respecto a la efectividad de una intervención por parte de Estados Unidos en Siria, cabe preguntarse cómo afectaría la misma a la economía mundial, o, mejor dicho, a la recuperación de la economía mundial.
Siria apenas representa una amenaza en sí misma en el comercio internacional en términos de producción y suministro de crudo.
En el año 2011, momento más activo en términos de producción, Siria tenía apenas una producción de 385.000 barriles de crudo al día, destinando el 92% de sus exportaciones a Europa, fundamentalmente España, Francia y Holanda, suponiendo el 1,5% de la producción mundial de crudo. En la actualidad, la producción de crudo en Siria se ha visto reducida hasta los 50.000 barriles al día, lo que supone apenas el 0.5% de la producción mundial de crudo. Siria, hoy, no es un actor internacional de relevancia en términos de producción y suministro de crudo.
Ahora bien, si en términos de abastecimiento y suministro Siria no representa una figura capital en el escenario internacional, el efecto de una expansión geopolítica y el riesgo de contagio hacia los países de su entorno, verdaderos actores en la producción y suministro mundial de crudo, es el motivo real del impacto en la economía mundial de la posible intervención de Estados Unidos.
Los países del entorno de Siria acumulan en torno al 35% de la oferta de crudo mundial; y cualquier amenaza o inestabilidad en la zona tiene efectos negativos en los precios del petróleo. Solo el hecho de una posible intervención de Estados Unidos está afectando, ya, a los precios del petróleo.
Pero si solo el hecho de una posible intervención por parte de Estados Unidos en la guerra que enfrenta al régimen de Bashar Al- Assad con los opositores al régimen, con la inherente inestabilidad en la región que ello supone, está provocando la subida de los precios del petróleo por el miedo no justificado –o sí- de un posible contagio entre los países de la región, una posible intervención en Siria de los países de su entorno, como puede ser Irán, con una producción de casi 3,721 millones de barriles de crudo al día y la amenaza del cierre del Canal Ormuz por el que transita en torno al 40% del petróleo mundial (unos 20 millones de barriles al día), a lo que Estados Unidos ya se ha posicionado manifestando que no tolerará cualquier interferencia en la circulación del estrecho, junto con la postura que pudieran asumir otros actores internacionales relevantes como pueden ser Rusia y China, con producciones de 10.45 y 4,27 millones de barriles de crudo al día respectivamente, supondría el disparo definitivo en los precios del petróleo.
Así las cosas, en lo que respecta al transporte, consistiendo este en transporte por carretera, mar, vías navegables interiores, ferrocarril y bunkering, sectores ya castigados independientemente de posibles intervenciones, y con una demanda de combustible que cada vez es mayor, es evidente que una subida en los precios del petróleo tendría un efecto negativo en la recuperación de la economía mundial.
El transporte, en todas sus vertientes, representó el 57% del consumo mundial de petróleo en el año 2009; incremento que llegará hasta el 61% del consumo de petróleo mundial en el año 2035.
Así las cosas, mientras se confirma la posible intervención de Estados Unidos en Siria, y se van posicionando otros actores internacionales que decidirán el devenir de los precios del crudo, habrá que esperar para ver si el incremento que estos días se está experimentando en su precio se debe a un miedo de contagio injustificado, o por el contrario esas alertas de contagio se confirman.
Alfonso San Simón. Abogado San Simón & Duch