El mayor buque de la marina mercante española se hundía bajo las costas brasileñas en 1916. Es la historia del Príncipe de Asturias, una embarcación en la que, bajo sus 14.000 toneladas de peso, 445 personas perdían la vida.
Es, sin duda, una de las mayores tragedias marítimas de este país que, desde el inicio, guarda muchas similitudes con el hundimiento del Titanic.
Ambos buques se situaban entre los más modernos, sofisticados y lujosos de la época. Además, estos palacios flotantes, según los describía la prensa del momento, contaban con los sistemas de navegación más punteros. Nada hacía pensar que los dos naufragarían.
Ya sabemos que el hundimiento del Titanic se producía en su viaje inaugural, pero en el caso del Príncipe de Asturias, sólo había transcurrido un año y medio después de que cubriera su primera travesía.
La principal hipótesis que se maneja como causa del naufragio es la meteorológica aunque también se habló del posible estado de embriaguez de la tripulación. En cualquier caso, el barco encalló en la costa de Santos y en pocos minutos, tras abrirse vías de agua, se inició el desastre.
Este “palacio flotante” de la Naviera Pinillos Izquierdo había zarpado del puerto de Barcelona un 17 de febrero de 1916 con destino a las Américas. A bordo, muchos sueños de emprender una vida mejor.
España vivía una grave crisis económica y Europa estaba sumida en plena guerra mundial. Por eso, la gran mayoría de los 395 pasajeros, de los que sólo sobrevivieron 57, viajaban en tercera para cruzar el Atlántico y “hacer las Américas”.
Precisamente, el historiador Alfonso Viciana Martínez-Lage, en su reciente libro “Almería, cinco historias necesarias”, reconstruye de forma novelada, a través de testimonios de amigos y familiares, quiénes fueron muchos de los 53 pasajeros que embarcaron en el puerto de Almería.